miércoles, 8 de julio de 2015

Presentación Red Internacional de Investigación sobre Encerramiento Residencial Urbano

Esta red tiene como objetivo servir de plataforma de trabajo y difusión para aquellos expertos, investigadores  y  docentes colombianos–y en general de América Latina- interesados en el fenómeno de las urbanizaciones residenciales cerradas. Por tanto, es una red abierta y en continuo proceso de transformación.
Partimos del axioma de que el fenómeno de los condominios cerrados no sólo posee una dimensión urbanística o arquitectónica que está condicionando la morfología de las ciudades, sino que también está configurando nuevos modos de convivencia, gobernabilidad  y prácticas cotidianas por parte de sus propios residentes así como del resto de los ciudadanos.
Así pues, esta red persigue impulsar el análisis y la discusión académica de este fenómeno en todos sus niveles,  a la vez que trata de brindar un espacio donde consultar trabajos, estudios y  artículos relativos a las urbanizaciones cerradas de Colombia y, en general de América Latina, así como explicitar eventos o cualquier otro tipo de actividad relacionada con esta cuestión. Adicionalmente, se busca establecer conexión con otras redes de investigación de otras latitudes.


Es por ello que le invitamos a participar de la RED, bien informándonos de cualquier aspecto que considere oportuno a partir de un mensaje vía email o bien incorporándose a la propia red como miembro activo, lo que supondría, entre otras cuestiones, recibir periódicamente información y participar de los debates y discusiones. Para ello sólo tendría que enviarnos a la dirección electrónica redencerramientoresidencial@gmail.com un bio-currículum de máximo 20 líneas donde exprese su vinculación académica, intereses y producción intelectual en relación con dicha temática.

martes, 7 de julio de 2015

Noticias





El  conjunto cerrado es una nueva organización social y de gobierno, equivalente a un municipio chiquito, donde el administrador es el alcalde.
De ahí que las instancias de  gobierno al interior de la unidad residencial no se puede limitar a mejorar el ornato. Debe contemplar  la forma de ejercer ese gobierno, si dificulta o facilita la participación ciudadana, si se reconoce a los voceros, si se tienen en cuenta sus opiniones, si se aceptan las persidades.
Esa es una de las apreciaciones de María Teresa Rincón, coordinadora del grupo de investigación Convivencia y Ciudadanía de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad del Valle, quien lideró  un estudio sobre cómo es vivir en copropiedad horizontal, en 45 unidades residenciales de  los seis estratos en Cali.

Esta es una de las múltiples ventanas de la realidad a la cual se asoma un buen número de caleños que optaron por el nuevo estilo de vida del conjunto cerrado, las unidades residenciales y los edificios multifamiliares, impulsados por el anhelo de tener más seguridad.
Expectativa que se cumple, dice la investigadora, con ventajas  como la de poder dejar los niños (grandes)  y adolescentes bajo la supervisión de  vecinos y vigilantes, sabiendo que de allí no van a salir y les da mucha tranquilidad a los padres y madres de familia que trabajan

Marta Lucía Echeverry Velásquez, directora de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad del Valle y coautora del estudio, observa ventajas como que  las  asambleas de coopropietarios son una especie de “feria de la democracia”, en la cual  los niños aprenden cómo resolver conflictos y llegar al consenso por las vías del diálogo y  a participar en las decisiones por medio de las votaciones. 

“En la asamblea se sigue un orden del día,  se exponen argumentos, hay una deliberación, es un aprendizaje  para formar buenos  ciudadanos y con una mejor forma de relacionarse con lo público”, dice Martha Lucía. 
Experiencias así   muestran cómo les cambió la vida a los caleños desde que las unidades residenciales, los multifamiliares y los conjuntos cerrados se convirtieron en una alternativa de vivienda. 

Pero también hallaron casos en los que hay aspectos por mejorar.  Por ejemplo,  una unidad residencial donde el reglamento tiene un amplio capítulo sobre el uso de la piscina, pero la piscina no existe. El  proyecto incluía planos donde aparecía el recuadro azulito, pero después se decidió  levantar otra torre de apartamentos sobre ese espacio. 

“Era impactante ver cómo los niños y los adolescentes hablaban de la piscina como un sueño o una frustración. Ellos la pintaban en los talleres que realizamos  y decían: ‘aquí va a quedar la piscina’, porque así se las ofrecieron”, cuenta la investigadora Martha Lucía.
En otro conjunto con 340 apartamentos y solo 170 parqueaderos, vieron que los dueños deben acordar cómo turnarse los sitios de parqueo, pues cuando  se construyó no se consideró que todos los propietarios pudieran adquirir carro.

O administraciones  que les tienen listo el reglamento a los futuros residentes del conjunto, copropietarios que se enfrentan a normas hechas sin participación comunitaria, o que son incompatibles con la realidad de su condominio porque las copian de otros.
Por ejemplo, un ingeniero  cuenta  que al comprar su apartamento en un edificio de estrato seis, jamás se le ocurrió preguntar si además de la administración, había un gasto extra. Cuando ya lo había adquirido, se enteró de que había que pagar una cuota adicional porque dos años antes llamaron a un trabajador para arreglar el ascensor y el hombre se cayó y se mató. “La esposa demandó al edificio, ganó y nos toca pagarle una pensión vitalicia. Sin pensar terminamos cargando ese muerto”, dice este profesional.

 “Este tipo de situaciones se presentan porque las personas compran el proyecto desde una maqueta y de un momento a otro se encuentran con normas preestablecidas o viviendo con gente desconocida que tiene  limitaciones para vivir en comunidad”, opina Martha Lucía.
Diana María López, una comunicadora con más de doce años dedicada a administrar propiedad horizontal, confirma que la principal motivación de la tendencia al encierro es  la seguridad. Aunque más de un administrador admite que no faltan las   “garroteras”.
Conflictos tan elementales, pero tan comunes como el manejo de las mascotas. “Administré un conjunto de 88 apartamentos y en 60 tenían perros. Entonces, eran casi 60 quejas por el perro que se hizo al frente de su puerta o de su zona verde. Eso desgasta, toma tiempo, hay que conciliar, es bastante complicado”, reconoce Diana María.

Pero si hay un ventanal por donde se alcanza a apreciar la mayor fuente de conflicto, es la falta de pago de la cuota de administración por parte de uno o más vecinos. “Ese es el meollo de todo”, sentencia esta administradora, quien varias veces ha tenido que “hacer milagros y acomodar el presupuesto” para el ornato, pago de servicios y otras obligaciones. Entonces en las asambleas, dice ella, el sentir general de los demás es que “si no tiene cómo vivir aquí, entonces que se baje de estrato y se vaya para otra parte”, comenta.

Apreciación que cobra sentido cuando la percepción de los residentes es que sí se sienten de mejor estrato por vivir en conjunto cerrado, pues eso les da sensación de prestigio y ascenso social, así su origen sea de otro más bajo.
Otro elemento destacado de la investigación es que la vivienda en condominio altera el concepto de privacidad, ya sea porque se reducen los espacios, las zonas sociales son comunes y porque la modernidad usa cada vez materiales más livianos y las paredes son medianeras (una sola para dos apartamentos o casas).

Así  se está expuesto a ruidos cotidianos como vaciar el baño o las discusiones de pareja. Y si estas pasan de tono, con mayor razón. Un ejecutivo  revela que tuvo que soportar largo tiempo una pareja vecina con una relación tormentosa: primero se peleaban a los gritos y los golpes –una vez se encontró en el ascensor a la mujer reventada– y después de esa película de terror, pasaban a la telenovela de la reconciliación y los sonidos del éxtasis sexual.

En ese sentido, las trabajadoras sociales revelan  que siempre se asume que todas las familias son tradicionales: heterosexuales y con hijos. Uno de los   administradores confirma que  hay poca tolerancia cuando la pareja es gay, a lo cual  les aclaran que siempre y cuando no hagan escándalos, no se les puede excluir del condominio. 

A todas estas,  muchos residentes no permiten hablar mal del conjunto, porque lo consideran como hablar mal de la familia. “Es afectar para la compra y venta del predio, hay un patrimonio qué proteger”, enfatiza Martha Lucía, aclarando que no se cuida solo al bien material sino a un bien intangible  en donde crecen y socializan los hijos.

En ese sentido, creen que hace falta trabajar desde la perspectiva de la convivencia, la tolerancia y la persidad, los valores, la comunicación con participación y el compromiso. “Porque muchos residentes  asumen que si pagó la administración, ya compró la convivencia y no es así”, anota María Teresa.
También se ha visto que la relación de quienes habitan en la unidad residencial con su entorno no es la más cercana. “El encerramiento aisla a sus residentes del resto del barrio y de la comuna y al salir solo se encuentran sanitarios de perros que ensucian el espacio que los separa”, comenta una de las investigadoras. 

“Se pierde esa conexión con la comunidad que no deja que se piense como ciudad. Allí hay que tender puentes y no perder el uso del espacio público y la visión de ciudad”, afirma Martha Lucía.
De hecho, uno de los cuestionamientos de las trabajadoras sociales es que si la inseguridad fue la que motivó el auge de los conjuntos cerrados y seguimos viviendo en ciudades inseguras, ¿quién va a resolver las fracturas sociales entre los que viven encerrados y los que no?
O  ¿qué va a pasar con los niños que crecen en  encerramiento? Esta  nueva generación está creciendo alejada de la realidad, los chicos no saben qué es un desplazado que llame a su puerta a pedir comida, ropa o ayuda y mucho menos qué es el conflicto. “Es la socialización burbuja”, concluye María Teresa.

Seminario  Internacional en Univalle 

Con dos  conferencistas internacionales invitadas, Sonia Roitman (Argen- tina), y Edvania Torres (Brasil), la Universidad del Valle realizará el Primer Semina- rio Internacional sobre Encerra- miento Residen- cial Urbano, el 13 y 14 de octubre próximo.

El evento está  organizado por la Escuela de Trabajo Social, de la Facultad de Humanidades,  en el marco de la celebración de los 70 años de Univalle, junto con y la Red Internacional de Investigación sobre Encerramiento Residencial Urbano RIIERU.

Informes: Escuela de Trabajo Social y Desarrollo Humano, Edificio 386- Teléfonos: 3315229 Ext. 101. Universidad del Valle. correo: redencerramiento. residencial @gmail.com http://redinvestiga
cionerm.blogspot. com/

Porteros

En el nuevo estilo de vida de  la unidad o conjunto residencial, los   porteros se han convertido en  los principales agentes de socialización, que están pendientes de los  niños y con los jóvenes.

Otro aspecto  positivo son las  celebraciones de las novenas de Navidad, Día de los Niños, de la Madre  o reunir- se a ver partidos de fútbol.




No hay un cálculo de cuántos conjuntos o unidades residenciales hay en Cali, pero la investigadora María Teresa Rincón señala que esta modalidad de vivienda ya no es exclusiva de los estratos altos o medios, es tal su auge que se convirtió en una opción en los programas habitacionales que promueve el Gobierno en el nivel subsidiado o gratuito.
Una modalidad que se extiende cada vez más, en la medida en que los barrios se están cerrando por diferentes argumentos.

Esa realidad presente en la ciudad que, en principio, se comprende con la justificación de la seguridad, pero que avanza a pasos agigantados como una modalidad que facilita algunos procesos de la vida cotidiana, será analizada por expertos que buscan entender el fenómeno del encerramiento residencial urbano, que de paso está cambiando algunas de las actividades propias de las ciudades y de sus habitantes.
Se trata del Encuentro Nacional de Investigación sobre Encerramiento Residencial Urbano, que tendrá como epicentro a Cali y reunirá a expertos de diferentes disciplinas.
Rincón, profesora de la Escuela de Trabajo Social y Desarrollo Humano de la Facultad de Humanidades de la Universidad del Valle, explica que no se trata de una inquietud reciente, pero que sí interesa a diferentes campos. Añadió que es necesario abrir un espacio a la comunidad en general para comprender esto del encerramiento residencial.

“Hemos visto el incremento de los multifamiliares en la ciudad y, de paso, asuntos como el tema de la convivencia. Sabemos que hay conflictos, pero no podemos sacar esa información desde los mismos conjuntos. Por eso, queremos hablar desde la perspectiva urbanística”, dice y agrega que es mirar lo que representan, la relación con los barrios, las calles y los parques.
También encontrar qué sucede dentro de los conjuntos y cómo se resuelven las diferentes situaciones en estos lugares que se convierten en espacios de gobierno privados. “No se trata de atacar o destacar. Se trata de mostrar esa realidad, sus potencialidades, sus debilidades, problemas y discutirlos”, dice la profesora Rincón.

En Univalle es un tema que se mira desde diferentes enfoques. En Trabajo Social lo hace el grupo ‘Convivencia y Ciudadanía’, en Geografía, a través del profesor Pedro Martínez Toro, y en Ciencias Sociales con Adolfo García Jerez.
Rincón hace parte de la Red de Investigación sobre Encerramiento Residencial Multifamiliar e integra el comité organizador del encuentro, que se llevará a cabo en octubre, y que pondrá a pensar a muchos sobre lo que parece tan natural: vivir en un conjunto residencial.
“Los conjuntos residenciales, como fenómeno, hacen alusión a cerrar espacios en el interior de la ciudad con distintos objetivos. Aparentemente, la razón inicial es la inseguridad, pero reconocemos que también hay una industria inmobiliaria y de seguridad para quien es rentable la venta de este tipo de vivienda, que particularmente en Colombia, se encuentra en casi todos los grupos socio-económicos, no así en otros países donde se concentra en los estratos altos”, dice la investigadora.

Precisamente, esos estudios demuestran que no todos están preparados para vivir en este tipo de espacios, debido a los cambios que implica en el vida cotidiana. Por ejemplo, una persona que viene de un barrio se encuentra que su piso es el techo del vecino, que los materiales de construcción permean los sonidos, que los espacios son comunes, que existe un manual de convivencia y una administración que pagar.
La investigación muestra que hay conjuntos muy pequeños o muy grandes, unos con dificultades de parqueaderos o sin espacios comunes, y otros con uno o dos administradores para 400 apartamentos. Y esto genera conflictos, dice.

Algunas de las prácticas en función de la vida en los conjuntos residenciales cerrados están cambiando la vida cotidiana, la manera de ser ciudadanos y la de las nuevas generaciones, comenta la experta María Teresa Rincón.
“Este es un asunto complejo que estamos trabajando en la Universidad del Valle con diversas miradas. Lo que más nos interesa es la investigación, pero también tenemos como objetivo, la intervención para poder contribuir a una convivencia saludable”, concluye la investigadora. 

CALI

domingo, 5 de julio de 2015

Ventana de Opinión Ciudadana


Imagen tomada de: www.google.com


Este es un espacio de expresión para  todas aquellas personas inquietas por el tema de los encerramientos residenciales urbanos, su relación con la ciudad y las formas de convivencia vecinal en su interior. Se aceptan todo tipo de planteamientos sobre el tema expuestos con el respeto y la honestidad que un canal de comunicación como este lo requiere. Esperamos que la reflexión colectiva permita crear sinergias para construir convivencia democrática al interior de los muros y las rejas de los conjuntos residenciales, y una relación armónica con la ciudad y el medio ambiente. 

La administración del blog recomienda abstenerse de: i)  hacer acusaciones y denuncias sin fundamento, ii) publicar  nombres de  unidades habitacionales y  personas naturales, ii) hacer publicidad comercial a través de este medio.